Las consolas de videojuegos fueron una parte importante de nuestra infancia, pasando desde cuando nos mandaban a las tortillas y caíamos en las garras de las maquinitas de la esquina, intentando hacerle retas al niño profesional que se la pasaba haciendo super combos que torcían los dedos con una habilidad impresionante. Todo era felicidad, hasta que el chanclazo o el jalón de orejas te sacaban del trance, ya con las tortillas frías.
Afortunados aquellos que fueron dueños de un Nintendo (o sea, cualquier marca de consola de videojuegos) al que -cuando no iniciaba el juego- aplicaban sin dudar, la técnica milenaria de soplarle al cartucho con babas incluidas y entonces funcionaba como nuevo.
Algunos crecimos jugando Pacman, Zelda, Street Fighter, Mortal Kombat, Metroid, Double Dragon, Las Tortugas Ninja. Cambiamos del Nintendo a Super Nintendo. Todavía recuerdo cuando jugaba Prince of Persia en MS-DOS, juego que se guardaba en un disco flexible de 5 1⁄4, los cuales almacenaban aproximadamente 1.2 MB (una foto de tu celular usa el doble).
Y pasando los años ahora con el sinfín de consolas que existen, todos con alguna mejora que nos incita a comprarla: Incluye 1 TB de espacio extra, mejores gráficos, el nuevo juego remasterizado que jugabas en la infancia, ¡ah! pero ahora con una nueva aventura añadida e interacción con otros jugadores.
Uno jugaba o esperaba turno para la maquinita en el sol, y ahora ya podemos tener una silla gamer, audífonos gamer, armar una computadora carísima gamer (obvio con luces led en su interior), con la mejor tarjeta de video para jugar un videojuego con gráficos de pixeles, y tener una buena conexión a internet para poder hacer videos en vivo jugando y que las personas hagan donaciones y regalen estrellas en Facebook (aunque cada estrella sea de 1 centavo de dólar (USD $ 0.01), ¡algún día serán millonarios!)
Y es impresionante que ahora se pueda hacer una carrera profesional y ganar dinero de los videojuegos desde corta edad, Nintendo con sus torneos de Smash, MarioKart o Splatoon 2, me recuerda el libro del Juego de Ender de Orson Scott Card, donde llegó un momento en la civilización humana que la milicia requería reclutar niños por sus avanzadas habilidades para realizar estrategias de combate y liderar equipos (como en los videojuegos).
Así me siento cuando entro a jugar en línea, no como un potencial combatiente del espacio de Orson Scott Card, sino una persona lenta, contra jóvenes con habilidades que yo no he desarrollado aún porque ADULTO. Aunque todo es cuestión de practicar, no cabe duda que ya pasaron los tiempos de hacer retas apostando una fichita para la máquina de la tiendita, ahora te piden donación directa a PayPal o Patreon.
Tal vez sea tiempo de volver a Pacman y Galaga.
Fiestas
A pesar que al día de hoy (ayer) van 127 decesos y 2,482 casos activos de Covid-19, no cesan las fiestas familiares. Y aunque en Coahuila las reuniones de más de 10 personas están prohibidas, no falta que con motivo de la piñata, de la salida de la escuela o cualquier otro motivo para reunirse en familia y celebrar, olvidando la Sana Distancia y reglas básicas de confinamiento sugeridas por la Secretaría de Salud. Por eso nos va como nos va.
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