Wordle es un juego que se volvió popular hace algunos meses, consiste en un intento por adivinar una palabra en inglés de cinco letras, son seis líneas (intentos) en los que se puede adivinar y sólo se puede hacer cada 24 horas. Es un juego muy simple que combina elementos del típico juego ahorcado y crucigrama. Uno escribe la palabra de 5 letras y entonces el juego nos indica por colores si hemos acertado, esto es, cuando es un fondo verde nos indica que hemos acertado en la letra y en la posición, si nos aparece el color amarillo es que la letra es acertada pero no va en la posición escrita y si es gris es que es una letra equivocada en la palabra. Así se juega, escribiendo la línea e intentando hasta en seis ocasiones por día, se gane o pierda no se puede volver a jugar hasta el día siguiente.
Parece algo muy sencillo y sin chiste pero precisamente el hecho de que sólo se puede jugar una vez al día es parte de su encanto, acostumbrados como ahora estamos a la inmediatez y a tener todo ya, es un reto a la ansiedad y un sano entretenimiento para pensar unos minutos acerca de la famosa palabra, que además, es la misma para todos.
Este juego fue creado por Josh Wardle, un programador estadounidense, como un regalo para su esposa a la cual le encantaban los juegos de palabras. Este juego fue titulado en un artículo de New York Times como el de una historia de amor*. Se extendió primero con familiares y amigos a inicios del año pasado y con el tiempo se hizo tan popular que ahora cuenta con varios millones de jugadores. Lo sorprendente del juego, es que por su simplicidad se hizo popular, tanto, que fue comprado en días pasados por el periódico New York Times, lo que ha desatado una serie de comentarios y artículos al respecto, desde alabanzas hacia el mismo hasta críticas acerca de que debería pagar ese dinero a sus periodistas. Sin embargo, como recoge el periódico El País, precisamente el NYT ha logrado acrecentar su base fiel de suscriptores con ayuda de sus juegos y recetas de cocina, más allá de la oferta informativa que ofrece día a día.
No se ha dado a conocer la cifra de esta venta, pero se dice que fue de “siete cifras” con lo que por lo menos fue pagado 1 millón de dólares. Y esto es parte de lo sorprendente con USA y la tecnología, por lo general los gringos son muy dados a comprar y vender cosas simples por mucho dinero, son apostadores fuertes en cuanto a emprendimiento y a descubrir y hacer cosas que para nosotros pueden ser comunes; he conocido programadores de software tan capaces o más que sus pares en otros países, sin embargo ni los salarios ni los proyectos son apoyados con tal magnitud como en la tierra del Tío Sam.
Cuando sea grande…
Sigo teniendo capacidad de asombro y en nuestros tiempos, me parece una bendición. En días pasados y como parte de los festejos de los 100 años del periodico El Siglo de Torreón escuché a Juan Villoro acerca de personajes, anécdotas y algunas situaciones de su vida como novelista y periodista y ahora quiero ser escritor.
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